Morir
es fácil.
De hecho, muy sencillo.
He muerto más de mil veces y he vivido más
tan solo quinientas de esas.
He estado envuelto en llamas, abrazado por las
aguas, sofocado por gases y enterrado a tres metros, pero aún así vuelvo a
vivir.
Muero, vivo, vuelvo a morir... es un cuento de nunca acabar.
Desearía
solo irme, largarme de este mundo que no me trae nada más que miseria, dolor y
problemas... muchos malditos problemas.
He sido hombre y mujer.
He vivido en
las más lujosas casas y en el más despreciable basurero.
He comido platillos
con hojas de oro y porquería podrida de las calles y las alcantarillas.
Morir
es fácil. Muy, de verdad, muy fácil.
Solo requieres de un instante, una acción
o algo que te arrebate el aliento.
Un segundo brillas como estrella y al otro
pareces un pedazo de papel: pálido y reseco.
Un día eres el ser más rico y al
otro nada de eso importa en realidad.
Dicen que la muerte es bella y si, lo es,
después de ella vagas de un lugar a otro sin forma, sin cuerpo, sin nada.
Eres
realmente libre.
Libre de todo lo que te pueda causar daño y te vuelves
completamente noble y consciente.
Te ríes de la vida de los vivos; son tan patéticos.
Solamente están retrasando su plenitud.
Dicen "vivir", y solo mueren
lentamente.
La muerte es fácil y es bella.
Lo realmente difícil es vivir.
Vivir
es el verdadero infierno.
Los vivos solo están atados a "destinos",
como ellos lo llaman, pero no los tienen.
El destino es en realidad el momento
que vives, y yo lo sé muy bien.
Vivir es lo difícil. Soportar las pruebas, el
hambre y los problemas.
Soportar lo que ella es.
Eso, la vida, eso es lo
difícil, porque morir... ¡ha! Morir es muy, de verdad, muy fácil.