Terminaba un día más en la preparatoria Campbell High. Me encontraba en mi
pupitre mirando hacia la nada, mientras la profesora de artes visuales nos
recalcaba el tema de este día: "Ausencia de color o de luz. NEGRO".
El color sin color, o el vacio, la ausencia de la luz; aquello a lo que muchas
personas llaman oscuridad, justamente eso es lo que yo mas amo, lo que más
admiro y lo que me cautiva como nada en este mundo. La intensidad de su
simpleza y el misterio de su realidad, el Negro; y en esta tierra la hora que
mas espero es aquella donde este magnífico matiz de nada, aparece cuando el
ultimo rayo de luz se ahoga tras la línea infinita del horizonte, la hora que
llega después de que los vastos e hirientes rayos del sol mueran tras una
cortina ondulada de matices cálidos y brillosos, que paulatinamente se van
reemplazados por otros que, poco a poco, van volviéndose fríos y oscuros. La
Noche.
¡Me encanta, el amo! Me apasiona sentarme frente al lago que adorna la parte
trasera de mi casa y admirar con gran placer la caída de un día más, tras el
crepúsculo violeta que anuncia la oscuridad plena. El dominio de aquel color o
de aquella ausencia de luz, que me vuelve más que loco y me hace estremecer. El
misterio que la hora oscura guarda muy celosamente en su ceno, es lo que me
hace sentir alegría, ansiedad y gozo; un coctel de emociones tan meramente
puras y sinceras, que al juntarlas en un festín de emociones, hacen sentir mi corazón
reventar.
Pero esta historia no trata sobre mi amor apasionado y descomunal hacia la
noche hermosa; esta historia les contara algo más misterioso y hermoso que el
sonido del aleteo de una lechuza blanca planeando y dominando los cielos en
plena oscuridad, en incluso más cautivante y bello que admirar una mariposa
negra posada en una rosa blanca. Mi relato, mi historia les revelara el origen
del porque amo tanto a esta señora de negro, les contare él como un regalo tan
puro vino hacia mí una noche de luna nueva, con un cielo despejado y adornado
con un mar de astros que se regocijaban en el placer de su soledad. Pero como
toda gran historia, esta empieza con un momento crucial y no planeado dentro de
una rutina más que aburrida.
Todo comenzó un 21 de Septiembre de 20- -.
Como cualquier otro día de clases en la preparatoria, me dirigía a casa a
pie. Este día en especial decidí volver muy temprano a mi hogar. Por lo regular
nunca hay nadie más que yo en ella; mamá trabaja por las tardes en su florería ubicada
cerca del centro del pueblo, y papá se dedica a gestionar proyectos y a
supervisarlos en su propio despacho de arquitectos. En pocas palabras, solo los
veo los fines de semana y algunas veces a la hora de la cena. Yo por mi parte. Pierdo
casi toda la tarde en la calle, perdiéndome en los parques o caminando por el
mar de Cobre que abraza a la ciudadela, o simplemente me tiro al pie de un
enorme roble y pienso cosas muy locas, medito y me hago preguntas más que estúpidas
pero que me hacen imaginar mas allá de mi realidad, como ¿qué habrá más allá de
las fronteras de este mundo? Pero esta tarde en particular, fue distinta
a las otras, ya que preferí dirigirme a mi casa en lugar de irme a vagar
por ahí.
Llegue a casa con un hambre bestial. Juraría que me podría comerme a un
caballo entero si me lo sirvieran en barbacoa o algún guiso que me guste, pero
a falta de tiempo y de poco conocimiento en las artes culinarias, me limite a
prepararme una mateada de Chocolate y a servirme unos cuantos panecillos.
Prepare mi improvisada merienda y me dispuse a disfrutar del descenso del día
tras las línea divisora del lago, y admirar la llegada de mi amante del alma.
Tome mi tarro de malteada, seleccione un panecillo, lo mordí y bebí de la solución
de leche y chocolate mientras la noche llegaba elegante, con un tapiz de
colores previos a su imponente presencia, amarillos y naranjas, rojos y ocres
se destilaban por sobre el lago, mientras los violetas, azules y rosados se comían
aquellos cálidos tonos, para luego desaparecer todos tras el lago, para ser tragados
por el agua y dar lugar a mi bella dama de negro.
La noche se planto magnifica ante mí, y en ella un tapiz de bellas estrellas
se rebeló por todo el firmamento, una por una fueron apareciendo. Me quedé
sentado, solo sentado. Observando el espectáculo, con el tarro vacio y el plato
limpio, recostado en una silla mecedora en el corredor trasero de mi casa. Un
grupo de luciérnagas titilaban sobre las cercanas playas del lago y se perdía
en los muchos juncos que crecen en la orilla.
Me perdí en aquella escena tan mágica; la disfrute demasiado y la grabe en
mi memoria como uno de mis grandes tesoros personales. Susurre breves poemas a
la noche, como si se los dijera a una amante, a una novia. Contemple los
destellos plateados de las estrellas sobre las aguas y deje que estos me
hipnotizaran con su encanto. Todo era perfecto, mágico y mío, tan mío. Nadie
mas podría ver la verdadera realidad de lo que sucedía frente a mí, la cual yo
siempre he notado a simple vista.
Me quede así por un muy largo rato, contemplando y disfrutando de mi amada
noche, cuando entonces, como si una fuerza o algo que aún no logro
explicarme, me hizo llevar la mirada al cielo, ¿o me obligo a hacerlo?, la
verdad aún no lo sé, pero mi vista a las estrellas y algo impresionante sucedió
en ese momento. Comencé a ver como una de las muchas estrellas comenzaba a
moverse. Su trayectoria era particular y muy peculiar, paulatinamente sus
movimientos fueron aumentando, primero pareció un punto que se movía lentamente
en el cielo y de hecho, llegue a creer que mi imaginación o mi mente
traicionaba mi razón, pero conforme su trayectoria fue avanzando comenzó a
verse cada vez mas y mas grande, como las luces de un auto que aumentan en la
oscuridad a medida que la nave avanza, venia tan rápido y ten cerca que apenas
pude darme cuenta de que aquella estrella fugaz en realidad venia directo hacia
el lago, directo hacia mi casa y por ende, directo hacia mí. Sentí miedo, me
espante pero igualmente me sorprendí. Todo al mismo tiempo.
Y como si fuese un Cometa, su trayectoria fue cada vez más certera hacia mi
destino, los cielos de aquella noche oscura quedaron completamente iluminados
por el resplandor de la luz blanca, y de forma acelerada su inmensa cola de
polvo y hielo se hizo tan notoria, que parecía más un meteoro de tonos
plateados. Como dije antes, el cielo quedo absolutamente iluminado y el lago parecía
un gran espejo que reflejaba en sus tranquilas aguas todo lo que en ese momento
sucedía frente a mis ojos y sobre mi cabeza. El proyectil estelar, comenzó a
descender abruptamente y sin una trayectoria definida; sobre voló mi casa y
colapso en el bosque de al lado de mi residencia. Todas estas acciones sucedían
mientras el cielo se volvía de un azul tan puro y profundo, que mis ojos
sintieron dolor al verlo.
Recupere la vista de aquel espectáculo de luces y centellas, pero el rostro
de su paso permaneció así alrededor de quince minutos. Precia de día, aunque la
luz ser mucho as distinta, todo estaba iluminado como si miles de bombillos de
luz fría se encendieran al mismo tiempo. En ese tiempo, este lapso de iluminación
celestial, el interés de mi conocimiento y mi curiosidad despertaron de su
estado de sueño y como si mi cuerpo dominara mi mente, salte de la silla y
corrí hacia dentro de mi casa por mi tenis blancos de lona y una linterna. Salí
de la casa tan rápido me fue posible y durante ese pausado momento de luz en la
atmosfera, deambule por el bosque y corrí hacia el encuentro de aquella
estrella caída.
Me guie por la estela de polvo y hielo, la cual era más intensa que la misma
luz. La estrella o meteoro dejo detrás de si una inmensa cola, que como ya había
mencionado antes, era demasiado hermosa y misteriosa, tan brillante que mis
ojos se sentían indignos de merecerla. Este cuerpo estelar dejo a través de su caótica
caída un muy marcado camino de escombros y destrucción en los arboles y sus
copas. Un cilindro casi perfecto se formaba por entre pinos y árboles viejos,
grandes y viejos árboles, y conforme me iba adentrando mas y mas al denso bosque,
aquel tubo en los arboles decencia en un ángulo de 45°. Estaba ya muy
introducido a los secretos de la inmensa maleza y vegetación de entorno
forestal, cuando mi visión comenzó a captar el muy notorio cambio en la
iluminación de la atmosfera; la luz de la cola que la estrella había dejado a
su paso por los cielos negros, empezaba a apagarse y la oscuridad de nuevo tomo
su lugar en el trono de los cielos. En ese momento encendí la linterna que traje
conmigo, porque para este momento, mi visión no distinguía los objetos a más de
cuatro metros delante de mí.
Mi travesía por el bosque, hacia la búsqueda de el objeto caído estaba casi
por terminar, puesto que conforme me acercaba cada vez más a lo que parecía
mi meta o mi destino, se sentía un paso más cerca; y conforme este sentimiento nacía
en mi, el desastre del impacto de aquel cuerpo espacial era cada vez más
destructivo a la vista. Había árboles caídos, ramas rotas y madera quemada por
doquier. Un ligero aroma a humo se desprendía de aquellos pedazos de madera, un
humo que en lugar de ser molesto al olfato, era más bien agradable; como si un
incienso emanar de ellos, el aroma a pino se destilaba por todo mi alrededor.
Camine al menos cien metros más hacia lo desconocido hasta que por fin mi visión
empezaba a ver vestigios de destrucción y un final prometedor. Llegue al lugar
del ya antes mencionado incidente, al lugar indicado. Ante mi se mostraba una
escena tan dañada y destruida, Eris reinaba en estos dominios del tiempo y el
espacio, y se regocijaba en el deleite del Caos que había en este lugar. Caótico
desde cualquier ángulo.
Me adentre hacia los dominios de la destrucción y en las copas pude observar
un claro formado por el impacto del meteoro, tan grande que las estrellas
mismas iluminaban el entorno, o al menos eso parecía. La tierra debajo de aquel
claro estaba rigurosa y salvajemente removida, una herida que se prolongaba
muchos metros a lo largo del lugar y que, a juzgar de su aspecto, parecía como
si miles de cuñas hubieran deslizado sus finas hojas en ella. Un aroma nuevo se
impregno en mis narices, la humedad que la tierra dejaba salir envolvía esta
atmosfera, combinada con el incienso del pino. Me aventure más adentro del
claro y camine a la diestra de aquella apertura en la tierra, su prolongación
era de aproximadamente veinte metros y conforme mis pies me acercaban mas al
final del camino, mis ojos dirigían la mirada hacia el origen de tan asombroso espectáculo.
Estaba a escasos diez pasos de llegar al cráter donde se hallara lo que fuera
que cayó del cielo, pero cuando mis ojos divisaron lo que dentro de aquel
agujero se encontraba, mi mente quedo bloqueada, mi razón aturdida y mi lógica
simplemente enmudeció ante mis pensamientos que no sabían por dónde empezar.
Mi razón NEGO lo que mis ojos le enseñaban y de hecho, me hizo pensar que
aquello que observaba era el producto de algún efecto secundario por parte del
humo o por alguna espora de hongo que hubiese escapado de la tierra y se
hubieran adherido a mis narices y afectado mi cabeza. Me acerque más para
desmentir mis dudas, para hacerme creer a mi mismo que lo que en un principio
creí ver era falso. Una mentira. Pero qué gran chasco me lleve al llegar al
borde del cráter en la tierra, ya que cuando asome la mirada para observar más
detalladamente lo que había dentro, mi razón se dijo a si misma ESTÚPIDA y
LOCA, y un zape mental se materializo en mi cabeza -el cual sentí muy
real en mi nuca- por hacerme creer tan fascinante y falsa verdad. No podía
aceptarlo, pero ahí estaba y mi corazón lo creía y danzaba dentro de mi
pecho por la emoción que se apoderaba de todo mí ser. Lo que estaba yo viendo
era real, palpable y lo más extraordinario, estaba VIVO. ERA UNA MUJER.
Una chica joven y hermosa se encontraba dentro del agujero de tierra negra.
Era blanca como una perla y su piel emanaba un brillo ligero, que imitaba el
titila de una estrella; una luz plateada que era la causante del iluminar del
claro. Sus cabellos negros como la inmensa noche me cautivaron, con brillos que
parecían el polvo de la cola del cometa, oscuro y misterioso como mi amada del
alma. Me dije a mi mismo loco e iluso, aun no me la creía; era extraordinario y
raro a la vez. "ESTO ES UNA VERDADERA LOCURA", pero mientras todo
esto sucedía en mi mente, aquella mujer hermosa capto mi atención. Ella abrió
sus ojos y todo se calmo dentro de mí, sus penetrantes ojos grises, tan bellos,
me miraron fijamente. Yo quede hipnotizado por tal acto, me deje llevar por su
hermosura. Ella extendí su mano y en un idioma que no logre entender, me hablo
y sus labios se abrieron como rogándome ayuda. Fue en ese momento, justo en ese
instante que comprendí esto si estaba pasando. Que ESTO ERA REAL.
Reinicie mi mente y mi razón como cuando un videojuego es vuelto a encender.
Aún no creía lo que pasaba, lo que veía y lo que escuchaba. Una mujer o un Alíen
o algo por el estilo había caído literalmente de los cielos de aquella noche.
Con mucho titubeo y desconfianza en su máxima expresión, fui descendiendo por
la lateral de aquel cráter a pasos lentos. Una vez que llegue al final, al
estar frente a la estrella, extendí el brazo y lentamente acerque mis dedos a
su mano pálida y brillante. Sus ojos me miraron una vez más con ese pedido de
auxilio, con cierta esperanza y su cuerpo desnudo me solicitaba a gritos abrigo
y calor para recobrar sus fuerzas. Mis dedos se conectaron con los de ella y la
sensación que a continuación sentí por todo mi cuerpo, fue algo de lo más
extraño y hermoso que jamás hubiera sentido antes o después. Como si una
inmensa frescura acompañada de un hormigueo que me causo cosquillas y placer,
una sensación gustosa a mí ser, se apodero de mis huesos y músculos. Un
suspirar se escapo de sus labios y con una sonrisa en el rostro, ella me miro y
después de esto se desvaneció. Se desmayó. Me apresure a quitarme la playera
que traía puesta, con ella cubrí a la bella dama y con un poco de esfuerzo la
cargue en mis brazos y salimos del cráter. No sabía exactamente qué hacer, no podía
dejarla abandonada a su merced a mitad de la nada, pero tampoco estaba seguro
de si llevarla a mi casa. No tuve una idea exacta de lo que posiblemente podría
pasar, pero la segunda opción era la más apropiada en este caso, así que la con
pasos inseguros camine cargándola por en medio de la oscuridad. Su tenue luz
iluminaba mi sendero, así que no tuve que usar la linterna. Me tarde casi una
hora en llegar a mi domicilio, el viaje fue más largo esta vez pero ya
que estuvimos en los dos en mi casa, opte por llevarla a mi dormitorio, el
único lugar realmente privado en mi solitaria residencia.
Una vez estando en mi cuarto, la recosté sobre mi cama. Busque sabanas y
cobijas en el armario, y la cubrí para que no siguiera semidesnuda. Me senté,
la observe y me quede pensando que era lo que esto significaba. No sabía con precisión
si esto era muy común o si la historia tenía registros de estos
acontecimientos, así que recurrí a la fuente de información más basta que tenia
a la mano, la Internet. Encendí mi PC y abrí el navegador; tecleé en el buscador
la frase "estrellas caídas" y un sin fin de artículos aparecieron
enlistados. Abrí uno que otro, pero todos eran sobre datos astronómicos y
sucesos importantes, nada relevante a mi situación, así que volvía a teclear
pero esta vez cambie el termino por el siguiente: "Estrellas fugaces caídas".
Esta vez solo me aparecieron 30 artículos, de igual manera la mayoría eran de
datos astronómicos e investigaciones, pero hubo uno en particular que me llamo
la atención, uno que decía en el titulo "leyenda de Tähdenlento". Era
muy extraño, porque no escribí esto, así que sin más espera lo abrí y una vez
que leí su contenido todo comenzó a tener sentido. En resumen el artículo de
leyenda decía así:
" ... Hacia muchas eras, la diosa Kuu se enamoro de un celeste
guerrero llamado Tähtisumu, pero el amor de la diosa Kuu nunca fue
correspondido por el apreciable guerrero de los cielos, lo cual hizo crecer en
Kuu el desprecio por aquel dominante de las fuerzas del espacio y un odio
autentico la hizo cobrarse venganza en un futuro. Sucedió que una ocasión,
Täthisumu conoció a una bella dama llamada Tähdelento. Ella era tan hermosa que
cautivo el corazón de Täthisumu, pero el amor que crecía dentro de cada uno de
ellos estaba tan prohibido y restringido, ya que Tähdelento era la prometida
del dios Aurinko. El más poderoso de todos los dioses, y su en su poder sabia
de los sentimientos impuros de su futura esposa. Sucedió que un día, Tähdelento
y Täthisumu arreglaron encontrarse y escapar de la fuerza posesiva de Aurinko, pero
tal noticia llego a los oídos de Kuu y fue esta la oportunidad de su venganza
hacia Täthisumu. Kuu acudió a Aurinko y le conto todo el plan de los amantes
estelares, al oír tales acusaciones Aurinko se encendió aún más en su furia y
su enojo se transformo en ira. Aurinko busco a los dos amantes por todo el
universo, pero ellos ya habían escapado de sus garras. Corrieron hasta los
confines de lo desconocido y se refugiaron en las tierras de Galaxy. Ahí
vivieron un Amor tan puro, tan autentico, que los habitantes de Galaxy
sintieron envidia de su felicidad y los aliados de Kuu acudieron a ella para
advertirle del paradero de sus enemigos. Kuu de nuevo se presento ante Aurinko
y juntos planearon una de las peores desdichas para ambos amantes. En su frenesí
de odio y envidia, los dos dioses decidieron acudir a Galaxy y de una vez por
todas separar a los amantes del universo. Kuu se disfrazo de una vieja desamparada
y se presento ante Täthisumu por ayuda, cuando él estaba separado de su amada. Aurinko
tomo la forma de un niño perdido y con su inocente mascara engaño a la benévola
Tähdelento, la llevo a las fronteras de Galaxy y una vez estando solos la
maldijo a vagar por el universo, la expulso de la tierra santa y la confino a
un cuerpo de mortal en un mundo que desconocido. Tähdelento suele aparecer ante
los hombres desde entonces, cayendo desde los cielos y tomando la forma de
una bella y joven dama. Täthisumu por su parte, perdió la razón, busco por todo
el universo a su amada que ya no estaba con él, se perdió en su amargura y juro
desde entonces acoger a toda aquella estrella perdida que necesitara de su
protección, ya que no pudo proteger a su estrella con el suficiente amor. Dejándola
perecer en la desgracia del mundo del mortal... "
Una vez que termine de leer el artículo, la realidad se rebeló ante mí. Lo
que había pasado tenía una razón, una historia y era real. Ante mi estaba una
estrella caída, una dama perdida. Ante mi estaba el producto de una batalla de
eras pasadas, el amor que no pudo ser y el compromiso del cual ahora he tomado
parte. Proteger a la estrella perdida, proteger al ser inocente, proteger a Tähdelento.
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